No me gusta participar en escabrosos temas. Generalmente a las noticias de tipo sensacionalistas no les hago ni puñetero caso cuando aparecen en las noticias o en los programas rosas porque sé que lo único que pretenden es meterse y destapar lo que no nos importa (o no nos debería importar) y vender con ello.
Al caso de Marta del Castillo tampoco pretendía hacérselo y mira que me han llegado miles de tuenti-eventos y hasta he visto carteles en los autobuses de Linares. Pero no, hoy por fin han conseguido que me hierva la sangre y tenga que opinar. Ver en la televisión a esos padres hechos polvo pidiendo un referéndum para condenar a cadena perpetua al asesino es tocar fondo y hacerme hablar (¿después del bombo y sentimentalismo con el que han embadurnado este caso piensan que en el referéndum va a salir «que NO lo condenen»?, ¿es la solución para vengar una muerte hacer que haya más muertes?)
Cierto es que han matado a una chiquilla. Cierto es que se han deshecho del cadáver como si de un chucho callejero se tratase. Cierto es que incluso cínicamente han dicho no saber nada. Cierto es (por supuesto por lo que en la tele nos han mostrado) que son unos canis, kies o más comúnmente denominados jinchacos de mucho cuidado. Y seguro estoy que ciertas serán muchas más cosas que ignoro y que no me importan un comino.
Sin embargo seguramente nadie se ha parado a pensar que estos individuos son unos críos y que alguno incluso es menor de edad. Nadie habrá pensado en culpar también a sus padres por darles la educación que poseen. De igual forma, nadie habrá pensado que seguramente han crecido en un ambiente familiar muy distinto al que habitualmente estamos acostumbrados y que seguramente tengan unas amistades y diversiones de lo menos recomendadas. Nadie piensa que cabe la posibilidad de que el asesino no quisiera asesinarla, que es muy probable que todo se le fuera de las manos y guiado por lo que continuamente vemos en televisión poco a poco hiciera más y más grande la bola hasta los límites que vamos conociendo. Y quizá nadie haya querido pensar que tras el rostro de indiferencia y cinismo pueda existir el arrepentimiento.
Yo personalmente sí que pienso que todo lo anterior es una posibilidad más a tener en cuenta, y sobretodo pienso que no soy ni creo que nadie de los que tanto opinan sean dignos de juzgar tan a la ligera como habitualmente se hace. Creo que todos merecemos una segunda oportunidad, y una tercera y una cuarta, y hasta setenta veces siete si es necesario y si hay arrepentimiento real.
También es verdad que, en estos casos, la cárcel no está tanto para castigar, sino más bien para proteger a la sociedad de los delincuentes o criminales. Puedo entender que los padres pidan «que se pudran en la cárcel», pero no que lo haga un ciudadano normal. No es que se me ocurra poner a los asesinos como buenas personas, pero haría falta otro tipo de castigo.rehabilitación.
El arrepentimiento parece una quimera ahora, pero claro que es posible. Mira esta noticia, parece ser que el «asesino de la catana» es una persona nueva gracias a la ayuda de unos pastores protestantes:
http://www.protestantedigital.com/new/nowleernoticia.php?r=265&n=12605
Lo que pasa es que ya no creemos ni en que sea posible el cambio, y nos equivocamos.
Saludos y gracias por responderme