Hoy comenzaré el post con una anécdota:
Cuenta la historia que hace mucho tiempo hubo una carrera de ranas en la charca más grande del bosque cuya meta era llegar a lo más alto de una torre que había justo en el centro. Ese día se congregaron en la charca prácticamente todos los animales de los alrededores para ver la carrera, aunque la mayoría no creían que las ranas pudieran alcanzar la cima. Al poco de estar todos preparados la carrera dio comienzo y fue entonces cuando empezaron a escucharse los primeros gritos en plan:
– «Qué pena, esas ranas no lo van a conseguir… caerán y se harán daño… no lo van a conseguir…»
Las ranas comenzaron a desistir. Pero había una que persistía y continuaba subiendo en busca de la cima. La multitud continuaba gritando y agitándose:
— «¡¡¡Qué pena, es imposible que lleguen, no lo van aconseguir!!!…»
Todas las ranas iban dándose por vencidas… salvo aquella rana que seguía y seguía. En un momento tuvo un resbalón y retrocedió varios metros, todos se asustaron, pero ella nuevamente tranquila y cada vez con más fuerza reemprendió la marcha. Antes de llegar al final de la competición todas desistieron, todas menos esa rana que curiosamente en contra de todos, seguía. Al final y aunque tardó mucho, llegó a la cima con todo su esfuerzo.
Las otras ranas y todos los demás animales querían saber qué había pasado, cómo había conseguido concluir la prueba y se acercaron para preguntarle…
…y descubrieron que era sorda y que pensaba que los demás desde abajo la estaban animando para coronar la cima.
Como en todas las anécdotas o fábulas existe una moraleja. En este caso la de que no debemos permitir que nada ni nadie nos detenga en nuestro camino hacia una meta concreta, conocida y fijada. Una buena estrategia es ser «sordo» cuando alguien te dice cualquier cosa que invite al desánimo y que te impida seguir adelante para poder realizar tus sueños cuando lo que persigues es bueno para ti, para los demás, noble, sincero y justo.
Debemos mantenernos alerta contra el desaliento (y contra el diablo, que es el que se encarga generalmente de tentarnos por ahí). Si hay un tropezón o una caída no hay que rendirse. Después de cada recaída se comienza desde un punto más avanzado… ya sabemos más, somos más expertos. Pero eso no se logra sin esfuerzo, hay que ser constante, seguir ideando, creando, investigando, invirtiendo… estudiando y aprendiendo… o sea, trabajando para ello más cada día.
Pero cuidado amigos, la constancia es virtud… y la tozudez defecto. Ambos son los extremos de ésta línea, extremos que pueden llegar a tocarse porque no todo es color de rosa. Sin embargo no quiero acabar el post en negativo y como hoy me he documentado un poco para escribir el post contaré una última anécdota que me parece interesante:
y es que parece ser que a Edison también era un tío constante. Cuando inventó la bombilla no lo hizo precisamente a la primera sino que realizó más de mil intentos. Uno de sus discípulos le preguntó que por qué persistía en construir una bombilla, si tras más de 1000 intentos no había conseguido más que fracasos. Edison respondió: no son fracasos, he conseguido saber 1000 formas de cómo no se debe hacer una bombilla.
Es importante tener claro lo que se quiere para poder luchar por ello, cerrando incluso puertas que se abren en pos de entrar por la que realmente hay que entrar. Yo creo que ese es el único camino del triunfo así que desde aquí también le digo a los que actúan de esta manera que sigan así y que mucho ánimo!
Me suena la historia de la rana! Y me encanta!
Gracias MAX! de algún sitio hay que sacar la inspiración… y ese día además coincidió con otro asunto y vi perfectamente como encajarlo pq quería escribir al respecto!
Bien me gusto bastante esta reflexión!!!