Mediodía del sábado. Ayer.
Volviendo a casa después del trabajo suelo repasar Twitter para ver que se han contado los amigos. Leí a Paula (@germancilla) que estaba muy contenta porque el domingo iría a Madrid a ver al Padre. No tardé en preguntarle y descubrir que había una catequesis en Vistalegre al día siguiente. Plan locura pensé, pero de esos que merecen la pena. Repasé mentalmente quien entre los amigos se podría apuntar a una aventura de esta categoría. Sólo se me ocurrió a Fernan. Se lo dije y quedé a la espera de su respuesta. Recé una estampa a D. Álvaro y le dije que fuera lo que él quisiera.
La tarde pasó entre muses, órdagos y vacas hasta que a las 19h quedamos para subir san Ildefonso. Misa, boda, sabatina… fue completo. Nos tomamos una caña a la salida y decidimos tirar pa’ lante. Ya se sabe que Dios los cría y nosotros nos juntamos. Un sms a Javi Luque bastó para conseguir invitaciones. El plan estaba montado. Nos acostamos bien y más o menos pronto. Hora prevista de salida: 6.50 am.
El día prometía, su hermano Alberto se apuntó también, no necesitábamos a nadie más. El que se quedaba en tierra era el que se lo perdía. Puntuales a las 7 estábamos en el coche montados, antes de las 8 en Casa Pepe con nuestras míticas tostadas de ibérico y sobre las 10.30 aparcados en el mejor de los parking después de que una señora con su furgoneta nos quitara un sitio que habíamos creído era mejor. Al final y como siempre Ramón sabe más. Nos encontramos a Piguel, Javi no tardó en llegar. Me había dicho que iría con Alo y le teníamos preparada una sorpresa pero finalmente vino con Ana así que la sorpresa fue para mí. Dar sin esperar recibir, funciona. Entramos, nos acomodamos, foto. En nada empezó la tertulia de una hora que os resumo a continuación.
D. Javier, el Padre, empezó hablando del Papa, de sus 84 años (#Ojo!) y de cuanto teníamos que quererlo, rezar y pedir por él para ayudarle con el peso de las almas y de la Iglesia. Siguió hablando de la Misa:
“…los católicos tenemos que ir a Misa cumpliendo ese mandamiento de la Iglesia. Procurad ir para vivirla. No asistáis solamente, participad. Acudir a ese momento en que se hace presente el Sacrificio del Calvario. Un Dios que toma nuestra naturaleza entregándonos hasta el último aliento de su vida, la última gota de su sangre para que podamos acercarnos a Dios en cualquier momento”. “…Os pido que recéis por el Papa y que vayáis a Misa, no solamente los domingos sino si podéis más días, y que tengáis consciencia de que estáis participando en el mismo Sacrificio del Calvario. Hasta ahí llega la Misericordia de Dios que quiere que se renueve ese Sacrificio para bien nuestro. Cristo se nos entrega para dar fuerza a nuestra vida”.
Habló de la llamada universal a la santidad recordando palabras de Juan Pablo II el 7 de octubre tras la Canonización de San Josemaría, el Santo de lo Ordinario:
“todos estamos llamados a ser Santos: sed Santos como mi Padre celestial es Santo”.
Tras ello, y antes de dar paso a las preguntas de los asistentes nos animó a afrontar el día a día con ilusión y optimismo teniendo presente la filiación divina porque Dios nos quiere y no nos abandona:
“Nuestro Padre Dios no nos deja en ningún momento, también cuando encontramos dificultades, ahí está sosteniéndonos, empujándonos llevándonos adelante para que podamos tomar esa cruz. No veáis en la cruz, en la enfermedad, en el sufrimiento, en la contradicción algo difícil. Ved que el señor está preguntando por nosotros y quiere que, como su hijo, llevemos con galgo la cruz, aunque cueste, aunque pese. Qué alegría ir cumpliendo la voluntad de Dios cuando las cosas van bien y cuando algo nos resulta más difícil”.
Durante la primera pregunta un señor muy simpático estuvo un rato charlando y dándole las gracias al Padre. Tras pasar el micrófono a su señora para que también lo saludara y se llevara una ovación al decir que a la salida de la tertulia todos seríamos más jóvenes preguntó sobre cómo hacer apostolado con los más jóvenes.
Durante la respuesta D. Javier expuso como san Josemaría amaba a Dios con el mismo corazón con el que amaba a los hombres y a las mujeres y por esa continuidad del amor de Cristo y gracias a la acción de Dios miles de personas participan del espíritu de nuestro Padre. Agradeció las cartas que le escriben y contó una anécdota a partir de una de ellas sobre una supernumeraria mayor, que por motivos de edad y enfermedad había sido ingresada en una clínica, y que se dedicaba a apagar la tele para rezar el rosario con los otros ancianitos además de meter en las revistas hojas informativas y estampas porque “quizá algunos no las lean pero quizá otros sí, y les hará mucho bien”.
Nos invitó en ese apostolado sobre el que habían preguntado a abrir los horizontes de la gente con la que nos encontrásemos invitándoles a esa gran aventura de conocer a Jesucristo, sobre todo queriéndolos y rezando mucho por ellos.
“Y aprovecha todas las oportunidades, no solamente con tus amigos sino cuando coincidas con gente joven para hablarles de que tienen por delante un panorama maravilloso: conocer al mejor amigo del mundo: Jesucristo”. “Mirad a la gente joven con los ojos de Cristo. Queredlas y rezar por ellas”.
La segunda pregunta la hizo un joven de 22 años preocupado por cómo buscar la voluntad de Dios hasta llegar a amarla y cómo transmitir esa voluntad en el apostolado. Con mucho cariño le contestó con estas palabras:
“…Que tú aproveches todas las posibilidades de amar a Dios con lo que haces porque Él nos sale al encuentro en todas las circunstancias, no hay momento de nuestra vida que no le interese”. “Propongámonos amarle más, un poco más, siempre más, y darnos cuenta de que por mucho que queramos no llegaremos ni a la millonésima parte de lo mucho que Él nos quiere”. (Presencia de Dios) “Propongámonos levantar el corazón a Dios con una cierta periodicidad y ofrecer lo que hacemos, sin dejar las obligaciones sino que se puede rezar con las obligaciones y con el trabajo, ofreciéndolo por intenciones concretas… y así encontrarás constantemente un sabor nuevo hasta en las cosas más ordinarias y más corrientes”. “Cuidad de las cosas pequeñas, ese saber que ahí: en cerrar la puerta bien, en responder con amabilidad, en saber sonreír… ahí nos está esperando Dios. No busquemos cosas extraordinarias, la vida corriente nos ofrece la posibilidad de transformar todo nuestro día en diálogo con el Señor. Ve siempre por la calle en la presencia de Dios y ve rezando con las personas que te cruces y te encuentres. Y si tienes la posibilidad de hablar con alguno, no dejes de encomendar a su ángel custodio. Y lleva a la Misa a esos amigos tuyos para que vibre en tu alma la acción salvadora de Cristo”. “Ofrece lo que hagas, uniéndolo a la Misa y de esa manera harás una labor apostólica porque estarás pendiente de servir, querer y ayudar a los demás”.
En la tercera de las preguntas una madre de familia y jefa de los servicios de anestesia de un hospital habló sobre la dificultad en la objeción de conciencia en temas de salud y eutanasia. Acabó su intervención preguntando cómo podía tener la serenidad y fortaleza necesaria para ejercer su tarea como jefe de servicio y a la vez abrir los ojos de sus compañeros.
“Quiere mucho a tus compañeros de trabajo, haz todo con una sonrisa, se amable, trátales con corazón de la misma manera que quisieras que te trataran a ti”. “Háblales con seriedad, y háblales con serenidad. Háblales del respeto a la vida, de que en la medida que quieran a los pacientes sentirán la alegría de ser útiles y querrán más a su familia”.
Y contó esta anédota: “a mi me tuvieron que operar con anestesia. El anestesista me dijo: vamos a rezar mientras te preparo para la anestesia una oración a nuestro Padre. Quizá se duerma… y efectivamente, llegué a la mitad de la oración y me quedé dormido. Pero me dijo, mientras usted esté dormido rezaremos por usted y aprovecharemos esa circunstancia para tener más presencia de Dios”. “Sigue haciendo apostolado con tus colegas, quiérelos más cada día, y no te canses”.
La cuarta pregunta la hizo una numeraria auxiliar que durante la JMJ había atendido la comida del Papa en el obispado. Tras este importante acontecimiento su pregunta fue: ¿Cómo poner ese mismo empeño siempre en el cuidado de la casa cuando no hay circunstancias especiales?
“Tenemos que convencernos todos que las circunstancias ordinarias son circunstancias especiales, porque son el motivo no solamente del encuentro nuestro personal con Dios sino el de facilitar a la gente que tengamos a nuestros alrededor que tengan una vida de familia totalmente agradable y donde puedan descansar sintiéndose queridos y acompañados”.
Durante la siguiente anécdota el Padre habló de un almuerzo que mantuvieron D. Álvaro y Karol Wojtyła. D. Álvaro le fue explicando al futuro Papa el espíritu del Opus Dei: la santidad de la vida ordinaria con
“ese intento que ponemos los miembros del Opus Dei, que no somos los mejores, que no somos los perfectos, que sabemos que tenemos tantos defectos o más que los demás, pero que no nos conformamos con eso. Queremos quitarlos para identificarnos con ese Dios que ha tomado nuestra naturaleza». Y le explicó el trabajo de la gente, la vida de oración, el transformar el trabajo en oración, el saber sonreír cunado se está cansado, el llegar puntualmente a las reuniones… Y Juan Pablo II dijo: «he entendido perfectamente lo que San Josemaría predicó: que no hay momento de la vida en que no se pueda hablar con Dios y tener a Dios presente”.
“Pues eso que habéis hecho con mucha alegría para servir a Benedicto XVI vividlo en las jornadas corrientes sabiendo que en esas jornadas donde no tengáis nada extraordinario sí está esperando Dios el que le deis la alegría de vuestra entrega y de vuestro trabajo, la alegría de no sentir la compensación de que os digan: qué bien está esto, que estupendo, porque queráis agradar a Dios con vuestro trabajo. No esperéis las cosas extraordinarias, vivid lo de cada día con el afán de acercaros más a Dios, porque es ahí donde sale a vuestro encuentro.
La quinta pregunta la hizo Jaime (que está casado con su mujer), conductor de autobuses. Cuenta como hasta hace 6 años no conocía nada de la Obra pero como un buen día una señora, Pilar, le dio una estampa de San Josemaría; a los pocos días le preguntó si la rezaba y le dejó un ejemplar de Camino y de otros libros. Desde entonces se quedó deslumbrado al saber que podía ser santo conduciendo su autobús y aunque siguió haciendo lo mismo, su vida cambió profundamente. Su pregunta fue: “Padre, tengo amigos y compañeros que intento acercar a Dios, pero les falta formación y tienen muchos prejuicios contra la Iglesia y el Papa. ¿Cómo puedo ayudarles a descubrir las maravillas que se están perdiendo del amor de Dios?
“En el ejercicio de tu profesión reza a los ángeles custodios de la gente que suba a tu autobús, y hazlo también con tus compañeros…” «Ofrece tu trabajo por esas intenciones y hazlo con amor, con simpatía y con amabilidad aun cuando estés cansado. Y después, ten paciencia y perseverancia como tuvieron contigo. Diles, si quieres: yo os voy a dar esta estampa, aunque no la recéis, llevadla en la cartera para que os proteja. Y después ofrécele distintas cosas, encomiéndalos a cada uno de ellos en la Santa Misa. Y poco a poco irás entrando en conversaciones con ellos. No te asustes ni te desanimes cuando te cueste y no encuentres una respuesta inmediata. Persevera, de la misma manera que a ti te dieron una estampa… y has descubierto que puedes ser santo y que eres hijo de Dios».
La sexta pregunta la hizo Julia, supernumeraria con 4 hijos que trabaja en la enseñanza pública. Uno de ellos en la JMJ de Sídney descubrió su vocación al sacerdocio y ahora está en el seminario. Su pregunta fue: “Padre, cuándo nuestros hijos nos plantean una vida de entrega a Dios, qué nos dice para que seamos generosos y lo veamos como un don de Dios”.
“Yo entiendo que a veces, cuando Dios pasa por la vida de un hijo o de una hija puede costar, pero seria triste que sin quitar la prudencia, el consejo, la necesidad de orientar a los hijos, por un ideal humano cortásemos las alas a Dios y le atásemos las manos a esa intervención Suya, a ese hijo que es fruto de vuestro amor pero porque Dios ha querido que viniera. Alegraos cuando Dios pasa por vuestra familia”.
A continuación D. Javier cambió de tema y siguió: “Desgraciadamente ahora se ha querido banalizar el cuerpo de la mujer, y es lógico que con la energía, optimismo y determinación de quien se sabe hija e hijo de Dios, no dejemos que la moda destruya la personalidad de la mujer, que tiene tanta dignidad como el hombre. Basta ya (dice subiendo el tono de voz) de que quieran hacer un objeto de esa persona que tiene tanta dignidad y por la que también ha bajado Cristo a la tierra. Exigid y decid con claridad a la gente que maltrata a su cuerpo: que se pone en peligro de ofender a Dios gravemente, y también pone en peligro a tantas almas. No vale la reacción de decir “yo quiero llamar la atención”, ese llamar la atención puede ser causa, si es una moda que no está de acuerdo con la moral, de que se pierda mucha gente, y de que no salgan vocaciones. El mundo está muy necesitado de sacerdotes y gente que amando el celibato quieran amar al Señor. Hay que pedir por las monjas, religiosos, sacerdotes, seminaristas para que sean muchos y muy santos”.
“Y os pido a todos que no tengáis respetos humanos para hablar de la confesión. Hablad de ese Dios magnífico y lleno de poder que quiere perdonarnos cuando le hemos ofendido. No es como los hombres y las mujeres, que guardamos un cierto resentimiento. Cuando le hemos ofendido, Dios está esperándonos a través del sacerdote, que en ese momento es el mismo Cristo, para decirnos: yo te perdono. Amad la confesión”.
—- Falta la séptima pregunta para acabar el post —-
Y así y una vez rezado el Ángelus, más contentos que una perdiz, decidimos que en vez de bajarnos del tirón la ocasión merecía irse de cañas por La Latina. Nos despedimos de Javi que se quedaba con sus padres y Piguel nos acompañó por la zona.
Estuvimos en el Bu(ho) y pasamos un rato agradable de charla y risas donde la camarera ayudó bastante a ello: Fernan, te has quedado con 16 años y Alberto siendo mi primo jajajaj. La comida riquísima por un precio bastante razonable. Piguel: eres un crack!
De vuelta a Jaén Alberto se echó su siestecilla, que también dio juego para reir un ratejo. Eso de llevar el Mac y grabar varios discos por el camino fue otro de los aciertos, la verdad es que no falla: plan improvisado, acierto asegurado. Y así fue. Un domingo «paliza» pero en el que también se cumple lo de «sarna con gusto no pica».
Gracias a los 4: Fernan, Javi, Alberto, Piguel: a cada uno por la gran parte que os toca!!! 😉
Guuuuaaaauuuuu pedazo post! 😉
Gracias Paula!!!!