El orden lógico de las cosas


“Pues NO chavales, el orden lógico no es: tontear, liarte, empezar a salir, conocerse y llegado el caso zumbártela. Andáis muy equivocados”. “Aunque sé que lo ‘normal’ y frecuente si es hacerlo de esa manera. Unos pq no les han enseñado otra cosa, otros pq manda el ambiente, q más da”. “El que ‘todos lo hagan’ ni legitima una actitud ni mucho menos la hace buena”.

Esta mañana y tras tuitear esto que sin venir al caso se me ocurría pasadas las 12 se han producido varias menciones y privados en mi cuenta. La gente, vaya sorpresa, ha querido saber y twitter que dando para mucho no da para tanto me obliga a gustosamente seguir por aquí.

El título del post no hace justicia a su contenido, lo advierto porque no pienso establecer el orden lógico y matemático de ninguna relación de pareja «tipo». Por ello, más allá de hablar de un orden lógico, lo primero que quiero que entendamos es que en la base de cualquier relación humana lo que va antes que nada es el respeto a la dignidad e integridad de la otra persona para así poder tratarla como tal (precisamente porque es persona y no un objeto).

Si de inicio partimos de esta base (puedes aceptarla o no, pero es la que hay) nos encontramos con la siguiente realidad: a las personas se las quiere y a los objetos se los usa. Liarte con una tía porque parece que sientes algo por ella, porque es un pivón, porque vas tajao, porque estás más caliente que el queso de un sanjacobo o por cualquier motivo similar es precisamente reducirla, me da igual que sólo sea temporalmente, al clinex de usar y tirar que no merece ser.

Uno de mis mejores amigos me decía hace tiempo: “yo lo hago porque es una forma de conocer tías”. Efectivamente, pensé, es una forma bastante curiosa de conocer tias, igual de curioso que siempre que emplea esa técnica tanto él como ellas lleven unas copitas de más. Vamos, que llevamos toda la vida juntos y nunca ha pasado que a las 12 del mediodía y camino a casa haya parado a una señorita para conocerla de esa peculiar manera. No, le dije. A eso que tu llamas conocer gente en realidad y más comúnmente tus amigos lo denominamos “añadir otra pava a tu amplio historial”, y más que orgullo te debía dar un poco de vergüenza. Sí, es un ejemplillo tonto, pero también una más de las miles de excusas que podemos usar para justificar nuestros actos y acallar nuestra conciencia.

Para conocer gente lo que hay que hacer es dedicarle tiempo, no con un café ni con dos sino con los que hagan falta. Conocer su entorno, su forma de pensar, sus creencias y la coherencia con que las aplica en su vida, sus gustos, sus aficiones, sus alegrías, sus temores, sus problemas… De esta forma, antes de dar el siguiente paso habremos empezado por ser su amigo, que personalmente me parece el mejor comienzo. Pero claro, eso ya es más difícil y requiere un esfuerzo más de generosidad, tiempo, cabeza y menos de boca. Lo sé. Lo fácil, claro, es empezar por el otro lado, olvidarnos del rollo ese de la dignidad e ir al lio, pasar un buen rato y que mañana, ya si eso, veamos por donde o si seguimos.

Me habréis oído mil veces que el roce hace el cariño. Lo podemos aplicar aquí porque para querer a una persona hay que conocerla, para conocerla hay que darse y para besarla hay que quererla. Lo que de ahí se sale, aunque sea lo habitual y lo que la otra también quiera, es lo incorrecto e implica aventurarse sin fijar unos buenos cimientos.

Y ojo al dato de los que piensan que «esto del noviazgo serio son palabras mayores», «eso ya llegará», «soy joven y quiero disfrutar…». Que no chaval, que esto no se aprende porque sí, que si llevas desde los 15 años comportándote de esa forma no esperes a los 25 cambiar por obra y gracia… de como quieras llamarlo.

El noviazgo (entendido como relación seria y no como juego amoroso) es una etapa genial donde conocer más a fondo a esa persona por la que nos sentimos atraídos, y donde surge ese cariño que más tarde se convierte en amor. Pero amigos, que el noviazgo sea bueno implica que haya que afinar la puntería y no disparar a todo bicho que se mueva.

Está claro que hay gente más enamoradiza que otra, amigos que prácticamente no pueden o no saben estar sin alguien a su lado, personas que seguramente se casen con la mujer de su vida después de haber salido con setenta. Ni esta actitud es buena ni es mala, va en cada uno, en su forma de ser y en su circunstancia. Lo que convierte esas relaciones sentimentales en buenas o en malas es la actitud con que ambas personas la afrontan y el grado de generosidad con que mutuamente se entregan en su compromiso.

Que nos gusten las chicas es la cosa más cojonuda del mundo y que no fuera así sería para empezar a preocuparse. Que nuestra vida empiece a girar entorno a ellas puede ser igual de peligroso que el que nuestra vida empiece a girar entorno al ocio, a los amigos, al fútbol, al cine o a cualquier otra cosa que siendo buena, sin medida deja de serlo. Y en temas de corazón la cosa se complica mucho si no tenemos educados nuestros sentimientos y un poco sujetos a la razón. Y perdonad la confesión pero antes de que parezca un bicho raro os diré que como a vosotros a mi el cuerpo también me tira para abajo.

Para acabar estas breves pinceladas la última cosa que me gustaría tratar es que el sitio donde se demuestra ese amor que une a la pareja no es precisamente en el catre como se nos intenta vender en todos sitios, sino en el día a día y en los pequeños detalles que aunque más lenta también más afianzadamente nos hacen avanzar por el camino hacia el que debería ser el fin último del noviazgo: el matrimonio, la familia, los hijos, el hogar. (¿Véis otra vez la tesitura? Fácil: acostarte con ella; difícil: pequeños detalles. Ea).

¿Creéis que existe mejor regalo con que agradecerle su «si quiero» en el día que todos coinciden en que es el más feliz de la vida, que el de entregarle por primera vez y por completo todo lo que se es, todo lo que se tiene? Fijaos, un regalo tan personal que incluso eres el único que puedes hacérselo. (Hablo desde que empecé, entendedme, para gente que cree en el amor para toda la vida y que están dispuestas a luchar para que así sea desde el minuto 1).

Sacar al sexo de este contexto, utilizarlo como mera herramienta de placer o incluso darse a esa otra persona por amor pero en el momento inadecuado implica en la mayoría de los casos dejar de querer a tu novia por lo que es y pasar a empezar a quererla más egoístamente por lo que te aporta. Algunos sabréis, y otros no es necesario que lo comprueben, que esos vínculos tan fuertes que se crean en la cama al darte totalmente a la otra persona, aunque aparentemente parezca que fortalecen la relación lo único que hacen es crear una cortina de humo que empieza a esconder el verdadero sentido de por que se está juntos. Otros, también saben que incluso cuando la relación no funciona se sigue juntos, o se vuelve una y otra vez tras dolorosas rupturas para no prescindir de eso que han desnaturalizado y convertido en vicioso juego.

En esta sociedad en la que todo es relativo y en la que cualquier cosa que cuesta esfuerzo se deshecha parece que hablar de esto no tiene sentido. Yo sé que sí lo tiene, que todo el que se esfuerza y espera por algo mejor lo consigue y que la gente quiere que se le hable de esta forma que da un sentido mucho más ilusionante a su relación.

Hoy he escrito desde la experiencia de un tipo de 28 años que algo ha vivido y algo se ha dejado formar. He pretendido que el sentido común sea la guía en estos aspectos que surgen cada dos por tres en conversaciones entre amigos. El tema es delicado y posee mil matices que en tan poco espacio es imposible recoger. Estoy encantado de continuar esta conversación donde, cuando y como queráis, no para imponer esta forma de vida sino para seguir aprendiendo y descubriendo puntos de vista. Un placer.

P.D. Este razonamiento desde el punto de vista puramente humano pasa a ser la releche cuando se le añade la visión sobrenatural, pero eso ya es demasiado para hoy 🙂

10 Comentarios

  1. pues me parece muy bien porque todo en la vida necesita de un orden logico es decir todo paso a paso para poder conseguir o hacer bien las cosas pues si me parece muy bien excelente.

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