¿Para qué estamos aquí? ¡¡Para estudiar!!


Esto, dicho así, suena casi a  arenga militar. La doble exclamación lo pretende. Empiezo nueva etapa en mi vida. Para el que no lo sepa ando en Pamplona y he vuelto a la vida universitaria, que por algo dicen que es la mejor. Pero esperad, leed de nuevo y caed en la cuenta de que he escrito nueva etapa, que nada tiene que ver con volver a abrir una etapa pasada. No, no he venido a pegarme la «vida padre», ni a salir y desfasar cual jovenzuelo de 18 años sino a estudiar para aprender, a formarme mejor humana y cristianamente, y a madurar y mejorar en muchos aspectos de mi vida que posiblemente a día de hoy hacen aguas. El que quiera saber más que pregunte, porque este post no es para hablar de eso 🙂

Tengo la suerte de vivir con 16 tíos que más o menos han venido con las mismas intenciones. Hoy nos han puesto las pilas y explicado la importancia de este asunto porque más bonito que hacer las cosas “porque sí” es hacerlas entiendo el “porqué”.

El trabajo es algo que nos hace madurar y nuestro trabajo hoy y ahora es el estudio. Esto es muy fácil de entender. Pensemos por ejemplo en 4 ó 5 amigos y midámoslos con este baremo. ¿Quién es más maduro, el «empollón», el que se ha conformado toda su vida con «ir tirando» o incluso el que no ha pegado palo al agua? ¿Tal vez el que se mata a trabajar o el que pasa por su oficina sin dejar pena ni gloria? La respuesta es tan easy que no seré yo el que la dé.

Una parte de nuestra madurez, por tanto, nos la da el hacer cosas aburridas sabiendo que son aburridas.  Sí, estudiar para el 90% de la población en el 90% de las veces es aburrido. ¿A cuántos jóvenes o adolescentes conocemos que desprecian no ya lo que suponga algo de esfuerzo sino aquello que a simple vista llama poco la atención? Y entended que con jóvenes o adolescentes no pretendo menospreciar a tíos de 15 a 20 años porque muchos hay que podríamos meter en este saco hasta con el doble de edad. Por tanto, hacer cosas aburridas, y posiblemente estudiar es una de ellas, nos hace vencernos a nosotros mismos  y no sólo ya ganar en la virtud de la fortaleza sino también en la madurez personal que nos saca de esa «adolescencia interior».

Es una pena que a veces cojamos manía a las cosas que se han de hacer cuando no nos queda más remedio que hacerlas. ¿Amargarse? Mucha mejor solución ¡hacer que nos guste lo que hacemos! Asignaturas rollo, las habrá. Que hayamos escogido bien la carrera facilitará que éstas sean las menos pero aún así, las habrá. ¡Pues pongamos todo de nuestra parte por buscar lo que nos guste de ellas o simplemente descubramos sus aspectos positivos y entonces, ¡exprimamos eso! Alguna vez he oído: «¡pon entusiasmo y sentirás entusiasmo!». Si tuviera que poner un hastag subrayaría con él que ésta es #LaClave.

Otro truco que nos daban esta mañana: buscar el aspecto espiritual también aquí. Para un estudiante, su estudio (sobra añadir bien hecho) es lo más y mejor que puede ofrecerle al Señor porque eso es lo que Él espera de nosotros en estos momentos. Decía San Josemaría que para un apóstol moderno «una hora de estudio es una hora de oración» y reza su estampa que el Opus Dei es «camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano». Pues ya sabéis, si este que es nuestro camino se nos hace difícil muy probablemente es porque vamos por el buen camino y la recompensa va a ser grande llagados a la meta.

Muchos amigos se han sorprendido días atrás cuando les comentaba que el mismo miércoles, cuando sólo llevábamos dos días de clase varios compañeros ya nos habíamos sentado a estudiar en la biblioteca. Alguno se atrevió a preguntar: «¿Pero ya te han puesto tareas para mañana?». No, es que esto no es el colegio y aquí no hay deberes ni nos mandan tareas para casa. Es verdad que aún no hemos dado prácticamente nada pero ¿quién nos priva de coger los libros de las asignaturas y empezar a adelantar materia, de repasar esos pocos apuntes que llevamos y hacer algún esquema, de leer… etc.? Todo eso es estudio y todo lo que sea hacer cosas que no nos apetecen es crecer en esa madurez de la que hablaba antes.

Me ha gustado este planteamiento y, si bien ya venía con la idea de como se dice en Jaén «matarme», posiblemente y con más razón lo haré de nuevo a partir del lunes. Ya os contaré como me va, o quizá mejor que mis palabras es que los que me conocéis de siempre lo comprobéis en unos meses y me digáis que tal 😉

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