¿Puedes dejar el iPhone quieto mientras hablo contigo, por favor?


Llevo meses, muuuuuuchos meses queriendo decir esto que acabo de encontrar. Pero no decir algo parecido o más o menos sino decir EXACTAMENTE lo que Blogoff publicó en septiembre. Cada vez se da más esta actitud entre la gente con la que me rodeo, y también cada vez empiezo a sentirme más incómodo ante estas situaciones. No me quito culpa y confieso que a veces me pasa lo mismo aunque intento luchar a diario para mejorarlo. No sé, leedlo y caed en la cuenta si aún no lo habéis hecho. Y cambiad de actitud, por supuesto, si queréis.

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Quizás te haya pasado alguna vez: estás en un mesa, en algún sarao de internet o con un amigo que se acaba de pillar un iPhone y que ha descubierto Twitter. Empiezas a hablar con él y cada cierto tiempo mueve sus ojos hacia la pantalla de su móvil. A veces va más allá y mientras está articulando sus palabras agarra el móvil y desliza los dedos por la pantalla para ver si hay algún tweet de interés o si esa chica de ojos verdes que conoció el fin de semana le ha agregado como amigo en Facebook. Tú te quedas mirando con ganas de preguntar “¿pero estás esperando una llamada importante o es que te la pinfla lo que te estoy contando?”.

El genial Larry Rosen escribió un artículo este verano sobre la multitarea llevada a la vida social. La primera apreciación que hace es muy interesante “Quizás me llamó la atención la multitarea social porque estaba de viaje y no usaba el iPhone”. Prueba, párate una temporada y empieza a mirar a tu alrededor: ¿cuántas personas ves enviando un mensaje de texto? ¿cuántas personas ves con los cascos puestos? ¿cuántas consultando alguna red social en un dispositivo móvil? ¿Cuántas haciendo una foto con el móvil? Pensando sobre este asunto me acuerdo mucho de mi padre en el primer FIMP cuando llegó a escuchar una charla y al terminar, claramente sorprendido, me preguntó: “hijo ¿qué hacía toda esa gente con los portátiles mientras hablabas?”. Y esta es la cuestión que plantea Rosen ¿el disfrute de una reunión social aumenta o disminuye si se comparte electrónicamente?

La cuestión no es baladí y está directamente relacionada con un tema de protocolo puro y duro. Si estás dando una conferencia y ves que todas las miradas están volcadas en los portátiles tu primera reacción puede ser la de “qué audiencia más maleducada”. Pero si lo que pasa es que tu charla es tan interesante que la audiencia necesita compartir ese disfrute con sus contactos a través de Twitter o Facebook, a lo mejor el efecto es el contrario y te sientes halagado. Por decirlo de forma sencilla, puede que las redes sociales y la multitarea social estén cambiando algunas reglas al respecto de qué es buena educación y qué no. Rosen va más allá y sostiene que no es que las nuevas generaciones hagan varias cosas a la vez, sino que son mejores pasando de una tarea a otra y que además esta habilidad no afecta negativamente a su comprensión del tema “principal”.

Sin embargo mi postura es la de mantener la multitarea al margen de las relaciones sociales. Creo que sería lo correcto, no sé si en el sentido protocolario o en el sentido de eficiencia, de aumentar nuestra capacidad para disfrutar del momento. No me siento cómodo ni cuándo alguien empieza a consultar su Twitter o su e-mail estando conmigo ni cuando lo hago yo porque, para qué negarlo, más de una vez he caído en ese práctica.

Y cuando lo hice ¿fue porque lo que pasaba me resultaba apasionante y tenía una necesidad imperiosa de compartirlo? Pues la mayor parte de las veces fue más bien porque mi aburrimiento era superlativo.

Hay excepciones, comprendo que si estás en un grupo grande de gente y en un momento no te interesa la conversación le eches un ojo al iPhone, como quien ojea una revista que hay en la cafetería. Pero en un encuentro de dos o tres personas, a mí, al menos en el año 2010, aún no me encaja.

A lo mejor atiendo a razones puramente románticas y estoy perdiendo la poca credibilidad que me queda como divulgador informático pero cuando me comunico con una persona lo que necesito es que me preste atención. Sí, ya sé que hay gente que incluso con los ojos abiertos frente a tí puede estar pensando en los goles del Hércules (todos hemos sido estudiantes) pero supongo que sabéis a lo que me refiero.

Twitter, Facebook, Whatsapp, BB Messenger y el e-mail no dejan de ser canales de comunicación por lo que si alguien los abre cuando estamos teniendo una conversación yo considero que esa persona quiere establecer otra comunicación nueva con un tercero.Y hombre, si yo estoy hablando contigo y entre frase y frase me pongo a hablar con otra persona quizás no te parezca bien, por mucho que sea capaz de mantener el hilo de nuestra conversación original.

Parece que hay una tendencia en algunos sociólogos a sobrevalorar a los nativos digitales (más acertadamente bautizados como náufragos digitales) con las postura de “Qué bien, que son capaces de hacer varias cosas a la vez manteniendo el hilo de todas ellas”. Lo que pienso a veces es  “Miedo me da que se pierda la capacidad de difsrutar de los detalles“. Y los detalles importan, en las relaciones sociales más.

Por otro lado comparto esa sensación con Rosen de que no hay una respuesta única a la cuestión sino un interesante debate. En el ejemplo que él pone de los fuegos artificiales me parece totalmente comprensible que alguien lo grabe y lo comparta inmediatamente. Es curioso como la tecnología más moderna pone de manifiesta algo tan humano como que lo bueno, si compartido, dos veces bueno.

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