Deja ya de hacerlo difícil… Juan Luis


Siempre he presumido de mirar a la vida desde dos perspectivas que se dan la mano: Life is simple y Life is short.

Últimamente ando algo desconcertado porque gente a mi alrededor, que supuestamente hace las cosas porque «me quiere ayudar», parecen no ver tan claro como yo esto. Y por ello, me lío.

«Te digo que no para que vayas aprendiendo, porque luego la vida no es fácil y muchos te van a decir que no». Y yo me pregunto: por qué diantres tenemos que prevenir lo que más adelante pueda ocurrir (sí, la mítica de crearnos problemas en nuestra mente que luego nunca ocurren). ¿Por qué no podemos poner de nuestra parte y hacer fácil la vida… que ya bastante se complica ella sola? ¿Por qué tenemos que «putearnos» voluntariamente? ¿POR QUÉ tenemos ese punto de negatividad? Ya sé que pensáis que soy un iluso… sobre todo tú, Juan Luis.

Me doy cuenta que a la gente le encanta complicar todo con su «y si…». Y, ¿por qué «y si…»? Si tiene que pasar, pasará. Pero esa misma gente a veces no miden bien y al final, a pesar de todo, tampoco llegan a hacer las cosas como les gustaría. Y ello puede frustrar, o a mí al menos me frustra que me compliquen las cosas para nada. ¿No sería mejor hacer las cosas fáciles a nuestro alrededor? Si yo las hago, y los que me rodean también… la cadena se expandirá y el que se quede fuera, y el que complique todo… allá él. Pero si empezamos a ponernos tiritas antes de hacernos la herida «por si pasa»… pues así nos va. ¡Y venga a complicar el mundo! ¡Y venga a complicarnos la vida! ¿Verdad Juan Luis?

El otro día hablaba con un amigo sobre la conveniencia de «pregonar» todos los planecillos que surgen hacer. Parece que había que encontrar una regla fija, cuadricular todo… Nos pasamos el día «pendientes» de los demás, poniendo medios para que todos se sientan queridos, para evitar grupitos, para no faltar a la caridad. A veces incluso la gente juzga e interviene aplicando reglas estándar sin descender al caso particular y sin conocer todos los datos.

A mí lo primero me parece estupendo, todos deben sentirse queridos pero, como digo, con el matiz de que cada caso es cada caso. De ahí surge la naturalidad, la naturalidad que debe llevarnos a querer a todos cuantos nos rodean y a estar pendientes de todos. En casa, en la facultad, en un partido o en un bar. Pero fuera de fantásticas teorías, al final siempre hay con el que encajas mejor, con el que tiene gustos más afines, al que le aportas o te aporta más… Y, por ello, a mí lo que no me convence es el «organizar estrategias raras y antinaturales» para darles a todos café con leche como es experto en hacer Juan Luis, porque cuando las cosas no salen naturales… chocan.

Incluso, ¿para qué tanta preocupación con todos si se descuida a los que más se quiere? A veces creo que se falta más a esa caridad cuando ocurre lo de que por haber confianza… descuidas al de al lado para atender al de enfrente.

Hablo por mí, porque últimamente intentando entrar en esta espiral de complicación he olvidado cosas importantes y que valoro tener en cuenta, como puede ser un «simple» cumpleaños. Y también hablo por los demás… porque algunas veces me hacen daño, aunque esa parte no será aquí donde aparezca. Porque no aporta como diría Yiyo, y porque soy el primero que se sabe fallador y poco juzgador de nadie.

Lo que sí creo es que cada uno es como es, y que a mí ya me harta un poco tener que intentar amoldarme a patrones clásicos pre-establecidos y antinaturales, propios quizá de otra época cuando vivía «el fundador» pero que ahora que encorsetan, agobian, roban paz y complican la vida. Alguno me tiene muy harto con las palabritas mágicas de «amistades particulares»… ¿eh Juan Luis? Que a ti te hayan metido eso a sangre en la cabeza no quiere decir que los que no tenemos tu vocación debamos compartirlo. Mis amigos son mis amigos, y lo son todo lo particulares que a mí me dé la gana que lo sean, porque por encima de todo tampoco descuido al resto de personas que me rodean. Eso es lo que saco en claro de todo esto. No hay mucho más que decir.

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